En el vertiginoso escenario laboral actual, donde la tecnología avanza rápidamente y los cambios son constantes, la formación de calidad se erige como un pilar fundamental tanto para los individuos como para las organizaciones. ¿Pero qué distingue realmente a la formación de calidad de simplemente disponer del crédito de formación sin propósito determinado? ¿Inviertes en conocimientos o malgastas recursos? Analicemos la diferencia:
- Enfoque en objetivos, contenido y resultados: la formación de calidad es una inversión estratégica para el desarrollo profesional de tu equipo que se centra en la calidad de los contenidos y en la selección del resto de variables que intervienen: los resultados obtenidos por las personas participantes caerán por su peso. Los responsables del área de formación se aseguran de que los cursos impartidos estén actualizados, sean relevantes y proporcionen habilidades y conocimientos prácticos que los trabajadores puedan aplicar en sus labores diarias. Por otro lado, el uso del crédito sin propósito llevará a la elección de cursos que no necesariamente estén alineados con las necesidades reales del individuo en su puesto de trabajo o de la empresa, lo que resultará inevitablemente en una formación de escaso impacto.
- Personalización y pertinencia: la formación de calidad se adapta a las necesidades específicas de los empleados y de la organización. Se puede personalizar para abordar áreas de desarrollo específicas y cerrar brechas de habilidades identificadas. Por el contrario, el simple uso del crédito para formación puede limitar las opciones disponibles y no garantiza una formación que se ajuste a las necesidades individuales o corporativas.
- Evaluación y seguimiento: la formación de calidad debe incluir mecanismos de evaluación y seguimiento para medir el progreso de los participantes y la efectividad de los programas. Esto permite realizar ajustes según sea necesario para garantizar resultados óptimos. En contraste, el trapicheo con el crédito de formación, sin cabeza ni propósito, amén de ser ilegal, es una forma de malbaratar recursos que, por definición, no inciden ni sobre la rentabilidad de la empresa ni sobre sus objetivos estratégicos.
- Valor a largo plazo: la formación de calidad ofrece un valor a largo plazo tanto para los individuos como para las organizaciones. Las habilidades y conocimientos adquiridos pueden contribuir al crecimiento profesional y al éxito empresarial a largo plazo. Por otro lado, el simple uso del crédito de formación es percibido por todos los agentes implicados como una tarea inútil en lugar de una oportunidad de crecimiento y desarrollo genuino.
En definitiva, mientras que el uso del crédito de formación es muy pertinente para poner en marcha programas de formación que sirvan al propósito de trabajadores y empresas, la verdadera diferencia radica en la necesidad, conveniencia y calidad que produzcan el impacto que cada empresa necesita respecto de la formación recibida. Es fundamental priorizar la calidad y la relevancia de la formación para garantizar que los trabajadores adquieran habilidades y conocimientos que impulsen su desarrollo profesional y contribuyan al éxito de su empresa.
¿Está tu empresa preparada para la transformación, toma en sus manos las riendas del problema y se sirve de la formación como arma estratégica o simplemente dejas que las cosas ocurran y pierdes oportunidades?
Muy interesante tu entrada sobre la calidad en la formación; observo que hay ciertos grupos que hacen formación como churros sin valorar la ventaja que aporta a las empresas. Luego hay quien se pierde en discusiones sobre la definición de calidad en la formación. ¿No es algo subjetivo, a veces?
Hola, Patricia, muchas gracias por tu comentario. Hay una forma de no divagar que va al corazón mismo del asunto: calidad es todo lo que produce los beneficios que prometía cuando se programó. Y cuando el grado de satisfacción sea más alto más calidad. En cada formación marcamos unos objetivos y unos contenidos que nos van a ayudar a alcanzar esos objetivos. Por eso es tan interesante hacer las cosas bien desde el principio. Yo siempre pongo un ejemplo en el que se ve esto muy claro. Si programamos una formación para el equipo comercial de una empresa, técnicas de ventas, pongamos por caso y una vez realizada la formación, en la posterior evaluación de impacto (las distintas evaluaciones de impacto que se pueden llevar a cabo) comprobamos que las ventas de ese equipo han aumentado significativamente, una vez descartadas otras variables que también pueden haber incidido sobre los resultados, está claro que la formación fue de calidad. Claro que hay niveles. Pero esto nos aleja de la especulación y nos acerca a la realidad. Un saludo.