Ernest Hemingway pone en la cima de su decálogo del escritor esta máxima: “permanece enamorado”. Parece un oxímoron: el enamoramiento en un arrobo momentáneo, un éxtasis fugaz que parece que no liga bien con la permanencia. Pero esas son las reglas: si quieres ser un buen escritor debes permanecer enamorado. Entre otras cosas. Es una pauta perfectamente transferible a otros propósitos.
Vivir enamorado de lo que haces es la clave del éxito. Es cierto que esto se da o no se da. No se puede impostar. El entusiasmo con el trabajo que desarrolla un consultor de formación viene dado por el hecho sentido de ser útil a muchos profesionales que buscan, ansiosos, orientación sobre sus proyectos. Mi experiencia dice que estamos ante una de las claves de la vida profesional. “El mundo necesita gente que ame lo que hace”, según reza otra célebre frase.
“Permanece enamorado”. De tu profesión, de tu especialidad, de lo que haces. Solo así podrás transmitir y ayudar a quienes pretendes ayudar. Prestando los mejores servicios, controlando todas las variables, evaluando los resultados. A horas y a deshoras.
Nadie debe llamarse a engaño: si hablamos de formación, la clave está en la calidad y su corolario: el impacto, el beneficio de la formación para trabajadores y empresas. Y todo esto solo será la consecuencia lógica de permanecer enamorados.